miércoles, 21 de diciembre de 2011

Nos asusta la muerte cuando la vemos entrar por nuestra puerta, pero ni nos inmutamos cuando la notamos día a día en los demás. Qué cínico puede llegar a ser el ser humano.
Se oye un grito en el pasillo,creo que vuelvo a ser yo intentando volver...qué situación tan nueva y extraña, qué sensación más horrible. Cuanto sufrimiento a mi alrededor y qué pocas fuerzas tengo para ayudar.

He vuelto más viva y muerta que nunca. Soy feliz creo, pero ¿por qué me siento culpable por ello? ¿Será que no estoy acostumbrada? Hoy más que nunca valoro lo que tengo.