lunes, 1 de diciembre de 2014

Tenía algo que decir, y en lugar de gritarlo decidí grabarlo con tinta en mi piel


Las primeras frases de un libro, tu libro. 
Esa canción que hace que se retuerza algo dentro de ti y tu obsesión por escucharla una y otra vez.
La primera cucharada de tu helado favorito.
La euforia cuando las cosas van bien.
Los cambios de humor cuando todo parece torcerse...

Mi droga peligrosamente adictiva:

La perdida de apetito, el hecho de no poder dormir noche si y noche también, el sudor de mis manos, mi risa histérica, las dichosas mariposas en el estómago que revolotean a sus anchas y a las cuales mi opinión parece no importarles lo más mínimo. Mis pies despegados del suelo y bailando por su cuenta al ritmo del primer cruce de miradas, el primer roce de manos, el primer beso.

Cuando todo esto ocurre, todo lo demás parece apagarse, hace menos frío aunque el aire sea más fresco y huela mejor. 

Es por todo esto que decidí que nunca me faltaría dopamina. 


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